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La ciencia y la suerte

Serendipia se aplica a un descubrimiento o hallazgo científico inesperado, casual, coincidente o accidental. Este concepto está lejos de lo que popularmente llamamos suerte, que tiene que ver con la superstición y la creencia en sucesos fortuitos.

Tras una serendipia en ciencia, existe un trabajo arduo, planificado y con metodologías, en donde se producen hallazgos “casuales” precisamente porque se ha estado trabajando sobre un tema. El descubrimiento de la penicilina no fue un “golpe de suerte” para Fleming; él ya trabajaba con bacterias y buscando antibacterianos cuando la descubrió. En ciencia se sabe que nada viene de la nada, siempre hay un conocimiento previo de sustento. No existen las “creaciones imaginativas”. Todo obedece a procesos y causas.

Hay circunstancias en que los hechos se producen de tal manera que el observador común puede pensar que existe la suerte. Así, pese a que Rosalin Franklin fue la verdadera descubridora de la estructura del ADN, mayor fama obtuvo Maurice Wilkins cuando lo describió, por ser el director del laboratorio donde ella trabajaba como pupila. Wilkins estuvo en el sitio adecuado en el momento adecuado y ya venía trabajando en este tema con sus ideas originales, por lo que se le otorgó el Nobel. ¿Suerte para el uno y no para la otra? Lo que aconteció es el resultado de hechos concatenados, incluido el machismo de la época.

Los hechos, entonces, siempre tienen una explicación causal y racional, y la ciencia los revela. Pongamos el caso de un aburrido cazador que dispara al azar y acierta a una distraída presa. ¿Suerte o necesidad? Analizando los dos hechos de forma separada, se podría hablar de suerte, pero al analizarlos en conjunto, como una serie de sucesos (la trayectoria vectorial de la presa y la bala, la velocidad, el entorno, etc., y los momentos de cada acontecimiento), podemos decir que ambos hechos debían complementarse, en un determinado momento; esto es: necesidad.

Acontecimientos que no podemos dominar y ocurren sin nuestra voluntad los llaman suerte. La asignación de un dinero inesperado para investigación, por ejemplo, no es suerte, resulta de decisiones anteriores, y ahí está la clave del calificativo: suerte o necesidad.

El origen del universo, la formación de la Tierra, el aparecimiento de proteínas, aminoácidos, ADN y de la vida, son una necesidad intrínseca de la materia, está hecha para eso. Los científicos descubren y describen aquellos fenómenos de los que más información se tiene acumulada, y no lo hacen por suerte, esta no existe en ciencia.

Autor: César Paz y Miño

Fuente: www.telegrafo.com.ec