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Sobreendeudamiento

En el manejo del dinero propio se cumple
el adagio popular de que “más
enseña la necesidad que la universidad”.
Si definimos al agente sobreendeudado
como aquel incapaz de pagar su deuda
con los recursos disponibles de sus ingresos,
es fácil concluir que ninguna persona desea
conscientemente llegar a ese estado. Lo mismo
sucede con el prestamista: las instituciones financieras
no tienen ningún interés de endeudar
a sus clientes más allá de su capacidad de
pago, que les llegue a afrontar una pérdida monetaria
cuantiosa.
Si prestatario y prestamista evitan a toda
costa llegar a una posición de sobreendeudamiento,
¿por qué ciertas economías enfrentan
problemas de esta naturaleza en el mundo entero?
La explicación principal está en las fluctuaciones
inesperadas de los ingresos de los sujetos
de crédito. El endeudamiento excesivo es,
entonces, el resultado de incorrectas expectativas
sobre el futuro de las actividades económicas
de prestatarios e instituciones financieras.
Nadie tiene la bola de cristal para saber exactamente
qué es lo que depara el destino, por lo
que la clave para un buen manejo está en que
cada institución financiera defina de manera
eficiente el riesgo que desea asumir, en concordancia
con su capacidad para afrontar los escenarios
negativos, un ente regulador que, sin
entorpecer la dinámica del crédito, asegure un
adecuado nivel de reservas para cubrir las contingencias
del entorno económico y, finalmente,
una actitud prudente de los beneficiarios del
crédito respecto a su exposición a cambios inesperados
en sus niveles de ingresos.