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Genética y doping

Desde el desciframiento del Genoma Humano es una preocupación de los atletas y dirigentes deportivos de competencias de alto nivel, la posibilidad de manipulación ilícita de la información genética como nueva forma de doping deportivo. Tal acción permitiría introducir un gen, fragmento de gen o modulador de expresión que proporcione alguna ventaja al deportista.

Al menos 20 genes estarían involucrados en el doping genético: El EPOR, cuyas variantes individuales alientan la hormona EPO involucrada en la producción de glóbulos rojos, lo que se expresa en mejor oxigenación de los tejidos.

El gen de la proteína IGF1 que aumentaría la masa muscular y la fuerza. El que codifica la proteína PPAR-delta que ayuda a quemar grasas. Una variante del gen ACTN3 que proporciona mayor ventaja a los velocistas (presente en el 85% de africanos y solo en el 50% de euro-asiáticos). Otros como el VO2, ACE y TNC incrementan la resistencia.

También se han investigado los genes de la hormona de crecimiento y la testosterona. Productos naturales no detectables en exámenes, como el TB500 que engaña al músculo imitando el entrenamiento y el AICAR que mejora el metabolismo de las grasas. Estas mismas metodologías podrían aplicarse en animales de competencia, como los caballos.

Los blancos del doping genético son los músculos, vasos sanguíneos, corazón para aumentar su desempeño, médula ósea y riñones para aumentar la hormona eritropoyetina e inducir la producción de glóbulos rojos, hígado para intensificar el metabolismo y cerebro para aumentar la tolerancia al dolor.

Algunos genetistas están a favor del doping genético; pero quienes no lo aprueban, aseguran que va en contra de la esencia deportiva, la competencia natural y la salud.

Atletas y, a veces, entrenadores, buscan fraudulentamente los réditos de un campeón, por lo que hallar un doping indetectable sería exitoso. Manipular genes y lograr diseñar moléculas idénticas a las humanas, sería la nueva forma de ganar sin ética. La responsabilidad de los científicos frente a esta nueva amenaza es desarrollar métodos de detección seguros, no disponibles aún para genes ni para productos naturales.

La sombra del fraude persigue a los atletas pese a que la “Lista Prohibida” restringe “la transferencia de ácidos nucleídos o secuencias de ácidos nucleídos, el uso de células normales o genéticamente modificadas, agentes que directa o indirectamente afecten a funciones de las cuales se conoce su influencia en el rendimiento o que altere la expresión génica”. Estamos, pues, obligados a luchar por un deporte limpio.

Autor: César Paz y Miño

Fuente: www.telegrafo.com.ec