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Desmitificar los transgénicos

Todo investigador anhela que su trabajo contribuya a la sociedad y que sus enunciados sobre las áreas que investiga tengan impacto en los niveles de toma de decisiones. El artí­culo sobre transgénicos, (TG) publicado en El Telégrafo bin/redir.asp?lid=0&newsite=http%3A%2F% 2Fgoo%2Egl%2Fg9J5z%29> el 22 de julio pasado, suscitó una importante reacción desde la Presidencia de la República, que refleja la preocupación del actual Gobierno por asuntos trascendentales para el futuro del país.

Durante una reunión convocada por el presidente Correa, en conjunto con autoridades gubernamentales del más alto nivel y expertos en el tema TG, hubo la oportunidad de aclarar una serie de mitos sobre estos y se planteó la necesidad de un debate científico nacional.

En su Enlace Ciudadano 287, el Presidente dio una explicación sucinta de la problemática en torno a los TG, recaló que haber puesto en la Constitución de la República el artí­culo 401 que declara al Ecuador “libre de transgénicos” es un candado que impide el desarrollo científico en esta área y obstaculiza investigaciones que podrían tener beneficio directo en la producción, la salud y la economía de nuestro país.

El Presidente también mencionó el principio de precaución, por el cual no se deberí­a utilizar un producto si hay dudas de su inocuidad. Al paí­s no se le puede privar del desarrollo científico por dogmatismos y mitos, e insistió que se aplicarían normas estrictas de bioseguridad.

Esta nueva postura sobre TG ha despertado opiniones controvertidas, y ya, a través de Internet, han llegado inteligentes opiniones que merecen ser profundizadas, y otras ni mencionarlas.

El retomar la investigación sobre TG no significa que como paí­s vamos a entrar en el juego de aquellas transnacionales que producen transgénicos con fines mercantilistas y que pueden atentar contra la producción agrí­cola natural, orgánica o ecológica, sino buscar una vía para mejorar la calidad de vida de los ecuatorianos o disponer de nuevas alternativas.

Sustentada científicamente, la propuesta del Presidente es clara: debemos hacer estudios propios sobre TG para encontrar la verdad acerca de sus beneficios o no, y porque, además, podríamos independizarnos científica y tecnológicamente de quienes siempre nos han impuesto el conocimiento. No hacerlo mantendría la dependencia y el neocolonialismo intelectual.

El camino científico en esta línea es duro y costoso, solo así se podrá fundamentar una posición nacional. Por el contrario, quienes se oponen a la investigación soberana podrí­an, incluso sin esa intención, servir a intereses foráneos o retardatarios.

Autor: César Paz y Miño

Fuente: www.telegrafo.com.ec