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¿Olvidaremos el glifosato?

El Gobierno Nacional anunció que llegó a un acuerdo sobre el juicio que Ecuador planteó a Colombia en La Haya por los daños ambientales, económicos y poblacionales debidos a la antitécnica medida colombiana de asperjar un coctel químico que contenía glifosato de 26 a 42%, y que pasó a territorio ecuatoriano produciendo graves consecuencias: ecológicas, ambientales, sociales, económicas y en salud mental y física a miles de personas, hechos ampliamente informados por los medios de comunicación.

Los varios estudios sobre daños genéticos que realizamos desde el 2005 mostraron que el glifosato afecta a la estructura del material hereditario de las personas expuestas. Un 10% de individuos tiene riesgo a largo plazo de desarrollar cáncer, infertilidad o tener hijos con problemas malformativos. Así consta en publicaciones científicas y en el libro “El Sistema de Aspersiones Aéreas del Plan Colombia y sus Impactos en el Ecosistema y en la Salud en la Frontera Ecuatoriana” (abril 2007), que constituye el Informe Final de la Comisión Científica Ecuatoriana. El documento recoge los argumentos jurídicos nacionales e internacionales, fundamentados en instrumentos normativos vigentes, acuerdos legales, sustentados por la ONU, OMS, Convenio sobre Diversidad Biológica y Convenios sobre Derechos Humanos y otros, que resaltan, promueven y legitimaron el reclamo ecuatoriano ante el Gobierno colombiano, y el pedido de cese de las aspersiones aéreas fronterizas.

El anuncio de la Cancillería ecuatoriana tuvo inmediato eco en el mundo. En Colombia, las triunfalistas declaraciones de varias autoridades destacan el logro diplomático de su país, ratifican que el glifosato no produce daños y refrendan su uso, hablan de la necesidad de reanudar las aspersiones en los 10 km de franja de seguridad que pidió Ecuador, e incluso del pago de gastos jurídicos a los ecuatorianos y una suma para mitigar las “molestias”.

La habilidad de la diplomacia olvida que tras el glifosato y las aspersiones hubo cuantiosas pérdidas, enfermos, desplazamientos, violencia y muertes. Donde quiera que esté el glifosato hace y hará daño; en dosis de uso casero, agrícola o en las aspersiones, cambia la estructura del ADN. Nuestros estudios generaron más investigaciones en otros países, llegando a conclusiones similares. Fuimos un ejemplo de soberanía y dignidad internacional frente al atropello tóxico. ¿Qué cambió ahora?

Las personas enfermas, animales y plantas muertos, daño de aguas, selva y suelos, quedarán atrás. Después de la bulla mundial que hicimos: ¿olvidaremos el glifosato y sus consecuencias?

Autor: César Paz y Miño

Fuente: www.telegrafo.com.ec