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Biopirateo huaorani

Ecuador ha retomado su preocupación por lo que el actual Gobierno califica de biopirateo de muestras de sangre del pueblo amazónico huaorani.

El biopirateo ha sido una conducta común y repetitiva desde los países hegemónicos en ciencia y de sus investigadores que pretenden mayor visibilidad y fama en el mundo científico. Sistemáticamente se han planificado estrategias para muestreos ilegítimos: alianzas con personas del país de origen de las muestras, pagos por muestras obtenidas y enviadas, compra de profesionales nacionales implicados en este negocio, ‘turistas’ que se llevan muestras, ONG que sirven de contacto con las poblaciones ‘exóticas’, centros médicos financiados desde el extranjero que recolectan especímenes, congregaciones religiosas que sirven de vínculo, son los métodos que usan los ‘sabios extranjeros’ para obtener el preciado botín.

Tras estas ilegítimas, inmorales y antiéticas extracciones está la arrogancia y codicia científica, que viola los limitados procedimientos legales ecuatorianos de décadas pasadas y la falta de control de los saqueos. El fin es descubrir cualquier cosa que dé réditos económicos o imagen. Así se descubrieron nuevos grupos sanguíneos en los cayapas, sáchilas y otros.

Es fácil ubicar la biopiratería científica; basta buscar en las bases de datos científicas de internet a quiénes han publicado ‘descubrimientos’ sobre el Ecuador y hacerse la pregunta: ¿Cómo extrajeron las muestras y quién dio los permisos?

El presidente Correa dijo que hay pocas bases legales para perseguir a los biopiratas, pero se pueden tomar acciones contra las revistas científicas que publican los datos. Pedir los sustentos éticos sobre las muestras que se publican o que hagan públicas las aprobaciones del comité de ética, o exigir el retiro de los artículos de esas revistas que han violado sus propios procedimientos al no verificar los consentimientos informados, ni pedir a los investigadores que justifiquen la proveniencia de sus datos y muestras. Se debe continuar con la denuncia pública y el descrédito de estas malas prácticas investigativas de apropiación ilegal de muestras y, lo que es más importante, con el reclamo de la propiedad de los datos y los réditos que han dado.

Los conocimientos surgidos ilegítimamente, antiéticamente, deberían ser conocimientos públicos, impedidos de ser comercializados, patentados, o de propiedad de las revistas que los publican.
Debemos defender nuestro patrimonio del coloniaje científico, pero debemos investigarlo con personal nacional y en respuesta a intereses ecuatorianos.

Autor: César Paz y Miño

Fuente: www.telegrafo.com.ec