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Más viejo más sabio: genes e inteligencia

Compartimos el artículo de Diario El Telégrafo en el que César Paz y Miño, Decano del Instituto de Investigaciones Biomédicas, nos habla sobre los genes y la inteligencia.
Mira el artículo original aquí.

Una de las preocupaciones importantes de la psicología, las neurociencias y la biología humana en general, es comprender las bases biológicas de la inteligencia humana. A su explicación han acudido muchas disciplinas, entre ellas la genética, la fisiología y anatomía cerebral, la etología y otras. Se ha discutido por décadas qué importancia tienen las relaciones entre tres factores: genes, ambiente e inteligencia (medida por el cociente intelectual).

La cuestión clave en relación a la inteligencia es si sus bases determinantes tienen que ver con el entorno ambiental o con los genes. En diferentes momentos se han encontrado genes involucrados en su determinación. Primero fueron seis, unos localizados en el cromosoma 6 humano y que tienen responsabilidad en la organización cerebral para la inteligencia; pero el contacto con la naturaleza, la vida social, cultural y la educación, entre otros, son factores que coadyuvan a la capacidad intelectual.

A modo de modelo biológico, estudios en gemelos que han crecido en ambientes diferentes han mostrado que los genes podrían determinar hasta un 50% del cociente intelectual, el otro 50% es aún complicado entender, pues las investigaciones muestran que menos de un quinto de la inteligencia se debería al entorno.

Desde el punto de vista funcional, parece que las estructuras cerebrales responsables de la inteligencia son los largos cableados neuronales (axones), que determinan disparos rápidos o lentos de las señales cerebrales. Mientras más gruesos sean estos cables de neuronas, es decir, mientras más grasa (mielina) los recubra, más rápido se da la función cerebral. Otras partes involucradas del cerebro son el sistema límbico y el reticular. Tanto la trama de cables neuronales como su cubierta y demás porciones, estarían determinados por los genes, al parecer unos mil.

Ni genes ni ambiente por sí mismos son los responsables de la inteligencia sino ambos en conjunto. Lo que todavía no se sabe es por cuántos caminos desconocidos pueden seguir las actividades y los determinantes genéticos dentro del cerebro. Posiblemente hay miles que son la base del ingenio humano.

Lo que está cada vez más claro es que, a medida que se alcanza la edad adulta, se produce una expresión mayor de genes responsables de ser más inteligentes. Es absurdo clasificar a profesores, trabajadores intelectuales, científicos, académicos y más, por la ‘edad intelectual’. La naturaleza dice otra cosa: mientras más viejo, más sabio. Este se convierte en un buen argumento científico para que las sociedades protejan y cuiden a sus sabios.