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Testimonio: ‘En Ecuador encontré una tierra bendita’

Compartimos la noticia publicada por Diario La Hora en la que se destaca la ceremonia que se realizó en nuestro Campus por el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto.
Mira la noticia original aquí.

Con apenas cuatro años de edad atestiguó la barbarie de la guerra a la que arrastró al mundo la Alemania nazi.

Con apenas cuatro años de edad atestiguó la barbarie de la guerra a la que arrastró al mundo la Alemania nazi. Desde el ático de un edificio de cuatro pisos donde se escondía con su abuela materna, vio como unos soldados hitlerianos lanzaban perros contra un grupo de judíos. 72 años después la lituana Judith Blacher Mintzer declara que “en Ecuador encontré una tierra bendita”.

Lo dijo ayer con un semblante de serenidad y aplomo luego de participar en el acto central de la ceremonia que se realizó en Quito por el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto.
Se trató del encendido de las velas de la esperanza en las puntas de la Estrella de David, una por cada millón de judíos que se estima murieron en los campos de concentración nazis.

Otro destino

Blanchet Mintzer fue la última en encender una de las seis velas luego que lo hicieran los sobrevivientes Panny Markovitcs, Gerti Zentner, Sida Baier, Harry Rosenberg y Ana Steinitz en representación de su madre, Trude Sojka.
“Mi padre me sacó del gueto, todavía tengo una herida en el hombro, porque punzaban los sacos que sacaban y no pude llorar”, cuenta sobre la salida de su familia de la Alemania nazi en dirección a Francia, donde permaneció antes de conocer cuál sería su nuevo destino.
De la posibilidad de migrar a Ecuador mientras permanecían en París en calidad de refugiados le hablaron su tía materna y su esposo alemán que habían logrado huir a Rusia y de ahí a Japón. Fue en este último país donde se embarcaron en un barco que regresaba a Ecuador luego de dejar un cargamento de banano.

Otro mundo

“A los cinco años yo no hablaba español, entonces fui a la escuela Numa Pompillo Llona donde me enseñaron español”, señala al recordar cómo se miraba ella misma, en pleno inicio de su niñez lejos de su tierra natal, en un país del que casi no había escuchado, con un idioma y una cultura diferentes, pero que les acogió con cariño.
Antes de enfatizar su agradecimiento al pueblo ecuatoriano por la oportunidad que brindó a las familias víctimas del Holocausto para rehacer sus vidas, Blacher insiste que en Ecuador encontró “una tierra bendita”. En Quito ella ejerce el cargo diplomático de Cónsul General Honoraria de Lituania.
Ante todo, fortaleza
“El mensaje en esta conmemoración es el que tenemos que seguir siendo fuertes. La fortaleza no solo viene del cuerpo sino también de la mente. Se necesita mucha fortaleza para mantenerse como hay que ser”, añadió.
La ceremonia fue organizada por la Comunidad Judía en Ecuador, la Embajada de Israel, el Colegio Alberto Einstein, la Universidad de las Américas y el Sistema de las Naciones Unidas.
El acto se realizó en el Patio de las Culturas de la Universidad de las Américas, en Quito. Este escenario estuvo dominado por un fotomontaje en gran formato de una flor blanca con tallo de alambre de púas.
La imagen de la metamorfosis del alambre con sus púas afiladas y disuasivas en una hermosa planta con sus pétalos blancos abiertos en todo su esplendor, anticipaba en gran medida el espíritu de este acto organizado por la comunidad judía en el Ecuador bajo el lema: “Recordemos hoy y siempre”.

No olvidar jamás

Imposible en la realidad, esta imagen se encargó de dar la bienvenida y al mismo tiempo provocar las primeras reacciones entre el centenar de personas asistentes a este acto, que se desarrolló bajo una estricta vigilancia policial, incluso con miembros de la élite de la Policía Nacional.
En la mesa directiva se encontraba el coordinador residente del Sistema de las Naciones Unidas, Diego Zorrilla; la directora de la Oficina de la Unesco, Saadia Sánchez; el rector de la Universidad de las Américas, Carlos Larreátegui; el embajador de Israel, Eliyahu Yerushalmi; el consejero de Asuntos Económicos de la embajada de Alemania, Ronal Munch; la presidenta de la Comunidad Judía, Rosa Baier y el rabino Max Godet.
A su turno en los micrófonos todos coincidieron en señalar la importancia de que el Holocausto no solo permanezca en la memoria colectiva, sino que la humanidad erradique el odio y la intolerancia. (JCER).

Una nueva vida

Según el Coordinador Residente del Sistema de las Naciones Unidas en Ecuador, Diego Zorrilla, entre 1938 y 1948 llegaron al país cinco mil judíos “desde todos los confines de Europa”, principalmente de Alemania, Austria, Checoslovaquia, Hungría, Rumania, Polonia y Rusia.
“Muchos llegaron a Guayaquil en esos momentos, ya que viajaban en barco. Luego la mayoría se mudó principalmente a las ciudades de la Sierra como Quito, Cuenca, Ambato, Baños, incluso la Amazonía, allí donde pudieran empezar una nueva vida”, comentó.

Cuando el horror llegó a su fin
Oswiecim, Polonia

Supervivientes del Holocausto y jefes de Estado compartieron emociones intensas este martes en Auschwitz, 70 años después de la liberación del campo de exterminio nazi, y mostraron su solidaridad y su voluntad de actuar contra el antisemitismo creciente en Europa.
El presidente polaco, Bronislaw Komorowski, que abrió la ceremonia oficial con un saludo a los supervivientes, expresó “respeto y reconocimiento” a los soldados soviéticos que liberaron Auschwitz, donde murieron cerca de 1,1 millones de personas, entre ellas un millón de judíos.
La ceremonia, a la que asistieron unos 300 supervivientes y varios jefes de Estado como el presidente francés François Hollande, el alemán Joachim Gauck y el ucraniano Petro Poroshenko, tuvo lugar bajo un inmenso toldo blanco situado ante la entrada del campo de Auschwitz-Birkenau, cubierto de una espesa capa de nieve.  AFP