udla

¿Y ahora qué comemos?

Compartimos el artículo de Diario El Telégrafo en el que César Paz y Miño, Decano del Instituto de Investigaciones Biomédicas, habla sobre el estudio de la OMS en la alimentación.
Mira la publicación aquí.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), por un lado, y el Departamento de Agricultura (DAG) de Estados Unidos, junto al Grupo de Trabajo sobre Ambiente y el Reporte a los Consumidores, han dado a conocer que las carnes rojas y las preservadas son cancerígenas, y que frutas y verdura que ingerimos están contaminadas por pesticidas.

El estudio de la OMS fue realizado por 22 investigadores de 10 países y se basó en recopilar datos de 800 estudios biomédicos poblacionales grandes, que asocian el consumo de carne roja o procesada con el origen de cáncer de colon, próstata y páncreas. El estudio asume que los productos químicos que libera la carne son los cancerígenos (hidrocarburos aromáticos policíclicos o N-nitrosos).

La investigación del DAG analiza cien mil sitios e informes de contaminación y encuentra que los productos comestibles de origen vegetal y producidos con agricultura tradicional están contaminados por 67 pesticidas, en el 86 al 95% de su constitución. Patatas, tomates, apios, peras, manzanas, nectarines, uvas, espinacas, lechugas, hongos, entre una centena de productos, tienen los valores más altos de contaminación. La contaminación por glifosato es preocupante en los productos transgénicos, e incluso el estudio llama la atención sobre la contaminación indirecta, pero menor, de los productos obtenidos con agricultura orgánica.

Según estos estudios, todas las personas deberían reevaluar su sistema alimenticio; los países que producen carne para alimentación y procesada deberían dejar de producirla; las personas que comen frutas y vegetales no deberían ingerirlos. En suma, comer es cancerígeno. Aunque este argumento es dramático, también es absurdo. La carne roja y procesada está catalogada en el mismo sitio de otros productos dañinos, como tabaco o pesticidas, grupo 2A, es decir potencialmente cancerígenos. Según esto, daría lo mismo comer 50 gramos de carne que exponerse a pesticidas. Esto va contra el sentido común y la realidad.

Las críticas a esta postura no se han hecho esperar. Países, productores y consumidores han quedado perplejos. Entender el cáncer es complejo; no solo lo provocan factores externos, hay genes y predisposiciones genéticas para su instauración y, por supuesto, otros factores aún no determinados. Si bien los tóxicos de genes como pesticidas y componentes propios de las carnes “podrían ser cancerígenos”, no son “seguros cancerígenos”. Mientras existan evidencias controversiales, la recomendación es comer variado productos con control de calidad y apuntar a lo orgánico.