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Más apertura de las potencias para combatir el calentamiento

Compartimos la noticia publicada por Diario El Comercio en la que Alejandro González, docente UDLA, habla sobre los efectos de la contaminación.
Mira la noticia publicada aquí.

En China, los niveles de contaminación registrados en la ciudad fueron tan altos que las autoridades tuvieron que instar a 20 millones de habitantes a no salir de sus casas.

Las escuelas suspendieron actividades al aire libre y las fábricas fueron conminadas a reducir su producción tras declararse un estado de emergencia naranja. Todo justo cuando se iniciaba oficialmente la Conferencia de las Partes (COP21) en París, donde se busca un consenso entre los 150 representantes de países que llegaron para limitar el calentamiento global a un máximo de 2º respecto a los valores previos a la era industrial. ​

Para Alejandro González, docente de Contaminación Atmosférica en la Universidad de las Américas en Ecuador, lo ocurrido en China representó un remezón para los líderes que fueron a París. “Se dieron cuenta que esta generación es la que está palpando los efectos de la contaminación”.

De ahí que se entiende la posición más abierta de las potencias para buscar soluciones. “Hay mucha más voluntad política de lo que se vio en el Protocolo de Kioto (1997)”, refirió González.

Además existe una mayor presión de los países en desarrollo para que las potencias respondan por la contaminación. Ayer, el presidente del Ecuador, Rafael Correa, intervino en representación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). Habló de un principio de justicia ambiental. Es decir, hacer que quien contamine más, responda más.

Propuso una Declaración Universal de los Derechos de la Naturaleza y una Corte Internacional de Justicia Ambiental para “sancionar los atentados contra la naturaleza y establecer las obligaciones de deuda ecológica y consumo de bienes ambientales”.

La idea de la Corte fue secundada por Evo Morales, presidente de Bolivia, pero no terminó de convencer a la primera mandataria de Brasil, Dilma Rousseff. Ella la tildó de “interesante”, pero en una rueda de prensa fuera de la COP21 recordó que la Corte Penal Internacional tardó 15 años en crearse y que la COP21 merece soluciones más inmediatas. ​

China, por ejemplo, propuso la creación de un fondo de USD 20 000 millones para apoyar a los países en vías de desarrollo y la transferencia de tecnología sostenible. Estados Unidos ofreció duplicar en los próximos cinco años sus presupuestos para el desarrollo de energías renovables. ​

Rusia se mostró a favor de un acuerdo vinculante. Su presidente, Vladimir Putin, recordó que en su territorio se evitó la emisión de 40 000 toneladas de dióxido de carbono entre 1990 y 2013 con programas de eficiencia energética y conservación.

Al margen de la conferencia, se presentaron otras iniciativas para proteger el clima. Se destacaron la alianza solar impulsada por Francia y la India que agrupa a una treintena de países, una campaña para fijar precio a las emisiones de carbono o un proyecto para duplicar la inversión en energías limpias suscrito por 20 Estados y respaldado por Bill Gates, el millonario fundador de Microsoft. ​

Colombia ya logró un convenio a través del cual captará USD 100 millones provenientes de Noruega, Alemania y Reino Unido para frenar la deforestación en la Amazonía. ​

La cumbre seguirá hasta el 11 de diciembre. Se hace en el parque de exposiciones aeronáuticas de Le Bourget, en el norte de París, donde los organizadores montaron una pequeña “ciudad verde” de 18 hectáreas convertida en un búnker por las estrictas medidas de seguridad adoptadas tras los atentados yihadistas que dejaron 130 muertos en París el 13 de noviembre.

En la víspera de la Cumbre, en los alrededores, incluso hubo incidentes entre la Fuerza Pública y los activistas que llegaron para participar en la agenda paralela del evento. El primer día de protesta dejó 290 personas detenidas.