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¿Hay una cultura gastronómica en nuestro país?

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Compartimos la noticia publicada por El Telégrafo en la que Miguel Burneo y Luis Narváez, investigadores UDLA, hablan sobre la cultura gastronómica en el Ecuador.
Mira la noticia publicada aquí.

Comer es universal, es como reír, llorar o caminar, lo hacemos todos los días y mientras usted lee estas líneas, afuera y en todos lados hay ollas con sopas deliciosas, sartenes gritando al chocar los vegetales con el achiote y carnes en parrillas que llenan de humo y olores a las calles del país.

Detrás de las cocinas existen también cocineros que dedican su vida a transformar alimentos para el deleite y la alegría de todos quienes amamos comer bien.

En Ecuador aproximadamente medio millón de personas trabajan en negocios de alimentos y bebidas, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) y, de acuerdo con el censo económico, el 36,9% de locales de actividades económicas nos venden sabores, olores y experiencias sensoriales asociadas a la comida.

Pero con la importancia de estas cifras ¿podríamos hablar de un país de cultura gastronómica. ¿Los ciudadanos entendemos el concepto de cultura gastronómica? La respuesta es no. Miguel Burneo y Luis Narváez, chefs e investigadores gastronómicos coinciden en que, pese a la diversidad de productos y el encanto de las fusiones, los consumidores poco conocen de ingredientes y de las implicaciones socioeconómicas de la cocina casera o comercial.

Solo criticamos el plato final y no discutimos sobre el trabajo en el campo e industrias para obtener ingredientes de excelente sabor o el sistema alimentario nacional. Con frecuencia, estos aspectos, considerados importantes, se pasan por alto. Hubo esfuerzos desde el Estado en el desaparecido Ministerio de Patrimonio, donde se trabajó sobre el tema, y desde el ámbito privado también hay dedicación de cocineros y gourmands como O Fried, Chamorro, Gallardo, Armendaris, Miño, León, Cuvi y Pazos, quienes publicaron sus experiencias e investigaciones para el renacer de la cocina ecuatoriana, pero no es suficiente.

Palabras como revalorizar, recuperar, difundir, proteger y otros apasionados verbos ya se han cumplido, es hora de moverse adelante y buscar calidad con una experiencia completa. Desde el chifa más barato hasta la pizzería italiana, situada en la esquina de nuestro trabajo o vivienda, muestran una cierta identidad en su atmósfera con música y decoración que nos muestra una cultura e identidad, algo que a nuestros restaurantes les falta por hacer. Al montar la mesa, crear bebidas y discutir sobre calidad sobre comer ecuatoriano seamos clientes y cocineros de los nuevos tiempos donde comer cocina típica sea una experiencia de sentidos y no solo una urgencia de medio día.