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El árbol de la vida

Compartimos el artículo de Diario El Telégrafo en el que César Paz y Miño, Decano del Instituto de Investigaciones Biomédicas, habla sobre el árbol de la vida.
Mira el artículo aquí.

Existe una serie de proyectos mundiales que pretenden entender y aglomerar la mayor información posible sobre cuestiones clave para la humanidad. Muchos de estos llevan nombres terminados en ‘oma’, como genoma, proteoma, metoboloma, microbioma. Otros grandes proyectos apuntan a explicar el cerebro humano y, claro, a entender la vida misma.

El proyecto llamado ‘Árbol de la vida’ intenta encontrar todos los organismos vivientes y establecer sus relaciones de parentesco. Fundamenta sus estudios en la premisa de que todo ser vivo tiene el mismo componente vital: el ADN. Dicho de otra manera, todos los seres tenemos el mismo ADN y este es más o menos complejo de acuerdo a la especie. Aunque proporcionalmente una ameba tiene más ADN que un humano y pocos genes, los 23 mil genes humanos son de tan complejo funcionamiento y coordinación que nos hacen seres especiales en la escala zoológica.

Si se toma una porción de tierra y se extrae ADN y luego se compara con las especies conocidas, el resultado es desconcertante: existe más ADN no identificado que el conocido. Se estima que hay 1,8 millones de especies y lo que realmente conocemos de ellas es muy poco. Uno de los bancos de datos más extensos en la actualidad, el GenBank, tiene registros de 411 mil especies que representan tan solo el 22% de las que existirían, lo que significa que no se han registrado la mayoría porque no hay datos ni descripciones anatómicas o moleculares.

El proyecto ‘Árbol de la vida’ pretende integrar todas las bases de datos existentes de árboles o clasificaciones biológicas existentes y conformar un solo árbol. El punto de partida es el análisis de 2,3 millones de datos taxonómicos registrados sobre especies que, según se tiene evidencia, existieron desde hace 3.500 millones de años. En la literatura científica se hallan unos 6.810 árboles construidos en 3.062 estudios y, para la primera versión del ‘Árbol de la vida’, solo se seleccionaron 484 estudios que corresponden al 16%. Este intento de aglomerar la información de las especies es un excelente punto de partida para entender nuestras relaciones biológicas.

Pero falta mucho por hacer. Hay deficiencias en la recopilación de datos, especialmente  de bacterias, hongos y parásitos. Se dispone de mejor información sobre especies grandes, como, por ejemplo, de mamíferos. Los datos están abiertos al público y se los puede consultar en http://opentreeoflife.org/. El primer borrador es una buena guía para los estudiosos de la vida, sus orígenes y las relaciones evolutivas. (O)