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Biopiratería en Ecuador

Compartimos el artículo de Diario El Telégrafo en el que César Paz y Miño, Decano del Instituto de Investigaciones Biomédicas, habla sobre la biopiratería.

La Senescyt y el IEPI presentaron (junio 23), el ‘Primer informe sobre biopiratería en Ecuador. Reporte sobre las patentes y solicitudes de patentes de invención desarrolladas a partir de recursos genéticos endémicos de Ecuador’. La información que contiene es dramática: De las 6.452 especies endémicas que tiene el país, 17 constan en 128 patentes identificadas a nivel mundial, sin embargo, estas no cuentan con los permisos correspondientes de acceso.

Según el secretario de Senescyt, René Ramírez: “La biodiversidad es considerada patrimonio de todos los ecuatorianos y no puede ser atentada. Para acceder a los recursos genéticos es necesario cumplir con los requisitos para asegurar la conservación y su uso sostenible. No puede venir cualquier persona a agarrar nuestra flora y fauna y llevarla fuera del país”. Pero de acuerdo a los datos de las solicitudes de patentes, se evidencia que el acceso a nuestros recursos genéticos endémicos ha sido obtenido sin la autorización respectiva. Por tanto, Ecuador ha sido biopirateado.

Además, los datos indican que 100 de las 128 patentes mencionadas han generado invenciones que incluyen a 16 especies endémicas ecuatorianas. La mayoría de patentes producto del biopirateo proviene de cinco países, que luego de 20 años de vigencia del Convenio de Diversidad Biológica no se adhieren ni quieren adherirse a las normativas propuestas.

Se define como ‘biopiratas’ a quienes llegan al país, saquean y atentan contra la soberanía nacional, y se benefician científica o financieramente de nuestra biodiversidad, incluida la humana. Lo que nos lleva a plantear, de manera inmediata, una contundente política de investigación para defendernos del biopirateo.

Entre las medidas para evitar el biopirateo se deberá reforzar el trabajo de los investigadores nacionales realmente comprometidos con la investigación propia (y no el de aquellos que donan investigaciones e insumos al extranjero). Esto supone armar grupos de investigación, financiarlos, apoyarlos con tecnología de punta; facilitar e incluso guiar hacia investigaciones que contemplen intereses acordes a la soberanía.

Es esencial el enfoque que se da para proteger la biodiversidad, pero se debe revisar aquellas leyes que blindan, desalientan o complican la investigación nacional, lo cual ha resultado en un bajo número de productos científicos propios. De ahí que frente a la importante denuncia que hacen la Senescyt y el IEPI, este es el mejor momento para coordinar acciones clave de independencia científico-tecnológica. (O)