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Un análisis a la producción cinematográfica desde la mirada de un estudiante

‘PERDIDA’

Gone girl (Perdida), el nuevo thriller psicológico del aclamado director David Fincher llega, junto a su posible nominación a los premios Oscar 2015, cargado de intriga, manipulación y cierto sentido cínico del humor; componentes ideales para hacer de éste, una nueva joya cinematográfica.

‘Perdida’ nos cuenta la historia de Nick Dunne en el contexto de la desaparición de su esposa en su quinto aniversario, situación que se vuelve el centro de preocupación nacional y que somete al protagonista a vivir bajo una presión mediática feroz, pues sus actitudes lo convierten en el sospechoso principal del hecho.

En cierto punto, el espectador siente que la película juega con su mente, pues no sabe si es uno más que cede a la manipulación evidente de las noticias o si Dunne en verdad ha matado a su esposa.

En una época donde vivimos conectados a una red de comunicación mundial, junto a las comunidades, los hashtags o las tendencias, no solemos reflexionar sobre qué tan verídica es la información que obtenemos y si en algún punto llegamos a naufragar en la red. Nuestro juicio en muchas ocasiones va acorde a la opinión pública sin meditar demasiado en lo que puede haber detrás de cada noticia, lo cual se vuelve alarmante si tiene el poder de condenar a una persona como sucede en la película.

Las dos horas y media – casi inadvertidas – de largometraje se dividen en dos historias, uno de cuyos temas principales y más interesantes es presentar a los medios de comunicación como un obstáculo que impide conocer la verdad. Si bien ésta no es una decisión voluntaria, es el resultado de su permanente competencia por estar siempre a la vanguardia de las noticias. Desde los medios amarillistas hasta los de mejor “nivel”, toman el caso del protagonista para aumentar el morbo de la nación y mantenerla así permanentemente “enchufada”, dejando la veracidad de la historia en un segundo plano.

En todo hecho noticioso resulta imposible saber con certeza quién posee la verdad, puesto que su interpretación quedará siempre sujeta al criterio de cada individuo. La premisa que maneja Fincher en ‘Perdida’ podría resumirse, entonces, en una pregunta: ¿Y si lo que vemos resulta ser apenas una pantomima de la realidad?

 

Andrea Ortega
Estudiante de la Escuela de Cine – UDLA