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Los casos de dengue se registran en zonas cada vez más altas

Compartimos la noticia publicada por Diario El Comercio en el que Fernando Espinoza, docente UDLA, habla sobre el dengue en zonas altas.
Mira la noticia original aquí.

Las enfermedades tropicales adquirieron su nombre porque se concentraban en esa zona geográfica. Pero el aumento de temperatura global comienza a modificar esa realidad.

El cambio climático podría resultar en un aumento de la exposición y representar una amenaza grave en áreas (altas), que actualmente no experimentan epidemias como la malaria y el dengue. Es una de las conclusiones que derivan del Mapa de Vulnerabilidad Global para el Dengue, que acaba de ser publicado por la Universidad de las Naciones Unidas para el Agua, el Medioambiente y la Salud.

Ahí se establece que los cinco países más vulnerables son Brasil, Indonesia, Vietnam, México y Venezuela. Pero Ecuador no está exento del riesgo. Fernando Espinoza, docente de Sustentabilidad y Desarrollo Sostenible de la Universidad de las Américas, dice que en los valles andinos hay condiciones para que se presente este mal si la temperatura sube 4°, que es el peor escenario.

“En Cumbayá o en el valle de Los Chillos, en el 2050 o 2100, se alcanzaría una temperatura de 30°, dependiendo del ritmo de contaminación del planeta. Además, hay grandes espejos de agua que facilitan la reproducción. No es ciencia ficción”.

Patricio Ponce, del Centro de Investigación Transnacional, colabora en un estudio sobre el dengue en el país financiado por la Senescyt y con el apoyo del Instituto Nacional de Investigaciones en Salud Pública. Ha constatado que el mosquito se halla hasta en los 1 000 metros de altitud.

No hay una base para comparar la variable. Ponce explica que hasta la década de 1970 solo se tenían datos del dengue en el trópico. Luego de eso se dejó de investigar hasta el 2012, cuando se inicia el proceso del que es parte. Los primeros resultados dan cuenta de que el dengue se ha desplazado a zonas en donde no era común.

Por ejemplo en Lita, en Ibarra (Imbabura). Ahí, el 2010 se registraron por primera vez casos de dengue. Los datos que se recopilan permitirán la descripción del comportamiento del dengue y, consecuentemente, enfrentarlo mejor. Es el componente que faltaba, porque el de prevención ha sido cubierto, según el especialista.

Existe una Estrategia Nacional de Control del Dengue en marcha, que ha incluido capacitación a 4 000 profesionales de salud, fumigaciones y campañas de educación, además de control biológico con biolarvicida. Entre enero y el 27 de diciembre del 2014 hubo 15 446 casos de dengue; un aumento del 13,32% en comparación con el mismo periodo de 2013.

Uno de los picos históricos de casos se dio en 1988, luego de que se dejó de hacer investigación. Según Ponce, con el argumento de que no había recursos. La misma justificación se ha dado para combatir el cambio climático, lo que para Espinoza es un error.

Cree que no hay conciencia del impacto económico del fenómeno. En 2006, el informe Stern ya estableció que las pérdidas al año por el cambio climático son del 5% del PIB. “Los tomadores de decisiones no son capaces de mirar a la humanidad en 50 o 100 años”, refiere Espinoza.

Una de las consecuencias será la mutación o surgimiento de enfermedades. Antes solo se conocía el dengue común, pero ahora también está el grave, que puede ser mortal. Quienes lo han contraido han sido personas que en algún momento tuvieron dengue y volvieron a infectarse.

Es lo que se conoce hasta ahora. Aunque también que depende de factores inmunológicos y del tipo de cepa. En Ecuador hay cuatro de las cinco cepas del mundo. Existe una vacuna que ha resultado efectiva contra cuatro. Fue presentada en la última reunión de la Sociedad Americana de Higiene y Medicina Tropical, en Estados Unidos.

Se espera la aprobación de las autoridades. Pero aún no hay respuestas en torno a la chikungunya, que es transmitida por el mismo mosquito. El cambio climático también podría extenderla. Ahora, según la Organización Mundial de la Salud, está en 40 países del mundo. En Ecuador, en diciembre pasado se confirmó el primer caso autóctono.