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La investigación y la problemática de las patentes (II)

Compartimos el segundo artículo de Diario El Telégrafo en el que César Paz y Miño, Decano del Instituto de Investigaciones Biomédicas, habla sobre las patentes.
Mira el artículo publicado aquí.

Hay empresas que se dedican a la síntesis de compuestos químicos que son vendidos a cualquier entidad a precios competitivos. Este proceso elimina el costoso paso de la síntesis de nuevas moléculas, pero cualquier aplicación que luego se les descubra, sería una segunda aplicación, probablemente no patentable en el Ecuador, forzando a los investigadores nacionales a patentar en el extranjero o recurrir a la síntesis química, no disponible aquí, para modificar estas moléculas y poder patentarlas como primera aplicación. Estamos atados de manos.

¿Por qué la industria farmacéutica encuentra las segundas aplicaciones de patentes existentes o caducadas como una estrategia ventajosa? La gran cantidad de dinero para ensayos preliminares, incluyendo pruebas toxicológicas y de biodisponibilidad, no es necesaria para segundas aplicaciones, lo que ahorra a la industria millones de dólares. El reposicionamiento de fármacos es, de hecho, una de las líneas de investigación de mayor perspectiva futura en el llamado proceso de “descubrimiento de fármacos”.

En Ecuador y otros países del Pacto Andino no está permitido patentar segundas aplicaciones. Pero la industria farmacéutica transnacional podría patentar un mismo medicamento para varios usos y enriquecerse con cada una de estas aplicaciones; es con base en esta posibilidad que el Pacto Andino establece la prohibición de segundas aplicaciones. Este impedimento protege a países con economías en desarrollo de un monopolio farmacéutico, pero nos ata a ser descubridores sin tener recursos para serlo.

Supongamos que expiró la patente de aplicación como anticoagulante de un medicamento X. Este medicamento puede, entonces, ser producido por cualquier país como un genérico, disminuyendo el precio y aumentando su disponibilidad. Supongamos ahora que después de un proceso de investigación se descubre que este medicamento X puede ser aplicado en el uso preventivo de enfermedades neurodegenerativas; si fuese patentada y comercializada por la industria esta segunda aplicación, los pacientes deberán pagar por el medicamento el precio definido por la industria, que sería mucho más alto que el que se estableció para su uso anterior.

Siendo realistas, si una nueva aplicación es descubierta, alguien la patentará y comercializará en los países donde sí son posibles segundas aplicaciones. Nuestros investigadores podrían ser capaces de descubrir segundas aplicaciones, sin embargo la patente tendría que registrarse en el extranjero y con costos superiores a los 50 000 dólares. El reciente Código Ingenios habla de estos aspectos. El Estado debería cubrir los gastos de este tipo de patentes.  (O)