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Experimentos con personas

Compartimos el artículo de Diario El Telégrafo en el que César Paz y Miño, Decano del Instituto de Investigaciones Biomédicas, habla sobre los experimentos con personas.
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Por más de un siglo se ha experimentado con humanos. La norma ha sido el secretismo, tanto para el público general como para los participantes que pocas veces han sabido a qué se sometieron. No se manejaba el consentimiento informado y habitualmente las investigaciones se hicieron en poblaciones vulnerables: Nigeria, Bahamas, Malasia, Centroamérica, poblaciones indígenas bolivianas, presos y minorías étnicas.

El experimentar con humanos se justificó por un supuesto desarrollo científico, por un aparente beneficio a otras personas, o porque los grupos de individuos experimentales eran considerados menos válidos e incluso prescindibles. Experimentar con humanos en las condiciones descritas va en contra de los derechos humanos. Las normas de información y consentimiento solo se hicieron obligatorias y su violación punible, luego de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), concluido el juicio de Núremberg que reveló los macabros experimentos que los nazis realizaron en los campos de concentración.

Pero no solo los nazis han investigado secretamente en personas. Estados Unidos realizó pruebas con una enfermedad infecciosa llamada pelagra y llevó adelante el famoso experimento Manhattan con radiación y otros con cadmio. Otros experimentos secretos se hicieron en Corea del Norte, Japón, la antigua Unión Soviética, el Reino Unido, Sudáfrica, entre otros.

Se involucró en ellos a grupos poblacionales grandes, ensayando radiaciones, anticonceptivos, gases letales como el mostaza o el sarín, bacterias mortales, ántrax, sífilis, ácido lisérgico, mescalina, cirugías dirigidas y más. Aunque parezca increíble, hay estudios secuenciales a largo plazo desde 1945 y hasta muy recientemente (2005), en que se comprobó que se probaron drogas contra el sida en niños pobres y afros. El interés por desarrollar armas o fármacos para el negocio, con inversiones gigantescas, es atrevido contra toda la humanidad. Una doble moral cubre los experimentos con humanos que hacen países poderosos que paralelamente dicen defender los derechos humanos. Y existen médicos y científicos inescrupulosos que se han prestado para estas investigaciones.

Al actual desarrollo de armas de precisión extrema o de guerra bacteriológica, se unen hoy el estrangulamiento de las economías, las hambrunas preconcebidas, la inaccesibilidad a medicamentos, el saqueo de recursos, los exilios masivos, bloqueos, como nuevas formas de experimentar con las personas, pero que reflejan los mismos intereses y el inmoral beneficio de pocos.  (O)