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La nueva meta: las proteínas

Compartimos con ustedes el artículo del diario “El Telégrafo”, en el cual Cesar Paz y Miño habla de las proteinas y su investigación.

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Luego de haber descifrado el genoma completo de los individuos, enfrentamos nuevos desafíos. Uno de los más interesantes es el conocimiento de las proteínas humanas, el llamado Proteoma. Lo curioso de este gran proyecto mundial es que las explicaciones moleculares vuelven a sus raíces: la bioquímica.

Antes de conocer que el ADN era el material genético de los seres vivos, se pensaba que eran las proteínas las que llevaban y transmitían la información hereditaria. Ahora tenemos otra visión. Los genes, sectores del ADN, son los que producen las proteínas y de una manera muy simple de relación, si tenemos 23 mil genes, deberíamos tener al menos 23 mil proteínas. Así, el cromosoma 16 (de los 46 existentes en humanos) comanda la producción de 836 proteínas. Pero estamos desconcertados. Con los conocimientos actuales, sabemos que existen por lo menos 50 mil proteínas. Entonces, ¿por qué hay más proteínas que genes?

A fin de responder esta pregunta, científicos de todo el mundo se han unido para descubrir todas las proteínas posibles. Se proponen analizar todo cuanto fluido y tejido humano puedan: orina, sangre, saliva, líquido cefalorraquídeo, etc., con la esperanza de encontrar el proteoma humano. Las proteínas que se pierden por fluidos representan el 18% del total conocido. Hoy sabemos que un gen puede producir dos o más proteínas por mecanismos de reestructuración molecular.

Hay otra manera muy ingeniosa de estudiar el proteoma. Si conocemos todo el genoma y sabemos que cada tres letras químicas se conforma uno de los 20 aminoácidos que son precursores básicos de las proteínas, podemos diseñar proteínas artificiales y compararlas con las que existirían en un individuo vivo, como se supone que existen, aunque no se han evidenciado. Ahorraríamos así años de trabajo buscándolas una a una. En el Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UDLA trabajamos en el diseño de fármacos teóricos partiendo de enormes bases de datos en que se almacena información de genes, proteínas y posibles blancos terapéuticos, esto constituye la quimioinformática.   

La utilidad de encontrar todas las proteínas humanas va en dos sentidos; primero, asociar una proteína con funciones normales o con alteraciones y enfermedades; y, segundo, encontrar fármacos que promuevan o bloqueen a proteínas faltantes o alteradas. Aunque esto ya se hace, falta mucho por desarrollar. La industria farmacéutica está muy interesada en encontrar estas proteínas que, en mucho, son personales y que servirán para diagnóstico, pronóstico, tratamiento y evolución de enfermedades.