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La contaminación auditiva se concentra en los semáforos

El sonido de los motores, llantas, uso excesivo del pito, gritos de los comerciantes y música en alto parlante que proviene de los negocios son parte de la mayor contaminación acústica que se genera en las calles del país. En los semáforos, que son los sitios donde todos estos elementos se concentran, el ruido puede alcanzar los 80 decibelios, mientras que la Organización Mundial de la Salud recomienda no exponerse a más de 65 dB diarios. Para Christiam Garzón, director de la carrera de Ingeniería en Sonido y Acústica de la Universidad de Las Américas (UDLA), el ruido es un contaminante invisible, por eso no se lo da la importancia que se debería. El problema es que las personas se van acostumbrando a esta situación, sin percatarse de los daños que ocasiona en la salud y en el ambiente. El cansancio y el estrés son síntomas que se relacionan comúnmente al trabajo, pero que estarían vinculados con la exposición a estos niveles de sonido. La migración de aves, la afectación del entorno submarino y los cambios de hábitos en la fauna urbana se cree que son otros de los impactos del ruido, explica María Bertomeu, docente de Ingeniería en Sonido y Acústica. Entre 90 y 120 dB, pueden tener poderes destructivos, indica. Para recordar los efectos de la contaminación acústica, la última semana de abril se conmemora el Día Internacional de la de Concienciación sobre el Ruido. En esta ocasión la UDLA instaló dos medidores del nivel de presión sonora que está en el ambiente, conocidos como sonómetros, en las avenidas Naciones Unidas y Amazonas. El objetivo fue mostrar la contaminación auditiva que produce el tráfico en una zona concurrida.

Publicado originalmente en: El Comercio

CarreraIngeniería en Sonido y Acústica
Fecha2017-04-27
MedioEl Comercio
VoceroChristiam Garzón