El sol de la Mitad del Mundo no es el supervillano, tal como se le ha dado fama. Este fue uno de los hallazgos de la primera investigación dermatológica que se realiza en esta zona en el Ecuador llevada a cabo por la UDLA.
“Tomando en cuenta el sol, la altura y la condición laboral de la muestra estudiada, la hipótesis era tener un daño solar mayor que la media, lo cual no hemos encontrado”, menciona Santiago Palacios, dermatólogo, investigador de este estudio, docente de la Universidad Católica y Director del Centro de la Piel (CEPI). “Es necesario protegerse del sol, pero creo que ha habido una exageración”, añade.
La investigación se realizó en conjunto entre el CEPI y la UDLA. Martha Fors, Docente de Medicina de la universidad dirigió la investigación y trabajó con su equipo conformado por: Kirsten Falcon, Nélida Lasso y Lilia Simbaña, Docentes de Enfermería y por estudiantes de la Facultad de Salud.
“Encontramos muy pocas lesiones malignas y premalignas para ser una zona que tiene alta exposición al sol”, dice Martha. La investigación se realizó en un área conocida como la Ruta Escondida, que comprende las parroquias de: Perucho, Púellaro, Atahualpa, Chavezpamba y San José de Minas.
La razón, para que el índice de estas lesiones sea más bajo que el esperado, sería debido a la adaptabilidad que tiene piel a la exposición solar. Para explicar esto, Santiago pone como ejemplo, la manera cómo se queman los hombros las personas de la Sierra cuando visitan la playa, ya que esta piel no está generalmente expuesta al sol, al contrario de lo que sucede con otras zonas como la cara o las manos que, por su adaptación, ya tendrían un factor natural de protección solar de 15 a 20.
La metodología
Para la investigación, lo primero fue coordinar con los gobiernos parroquiales y las organizaciones comunitarias. Luego, se dio inicio con la prueba piloto a través de un test y re-test. Semana a semana, los investigadores acudieron a la zona para recoger información mediante una herramienta tipo encuesta, explica Kirsten.
El siguiente paso fue recoger las muestras a través de diferentes métodos. Uno de ellos fue el uso de un dermatoscopio, que es una especie de cámara fotográfica con aumento para determinar detalles de la piel de cara, abdomen y manos, cuenta Kirsten.
La muestra fue aleatoria y se consideró el tamaño de cada población parroquial. Fueron personas de raza mestiza, mayores de 40 años ya que se analizó los factores envejecimiento y exposición al sol. La mayoría de estas personas se dedican a la agricultura, informa Martha.
Recomendaciones
La devolución de los resultados y la educación a la población para prevención de cáncer de piel, forma parte de esta investigación que ha tardado alrededor de dos años, detalla Kirsten.
“No digo que no se use protector solar, hay que usarlo, pero debe estar relacionado con las características de cada individuo en cada comunidad”, explica Santiago.
Por ello, y luego del análisis de los resultados, el grupo de investigadores realizó un volante didáctico, gracias al apoyo de Ariel Andrango, estudiante de la carrera de Diseño Gráfico de la UDLA, que muestra cinco signos de alerta sobre lunares que podrían ser identificativos de una afectación grave de la piel:
- Cualquier lunar que sangre es maligno hasta que se demuestre lo contrario.
- Tiene mordidas de ratón, patitas o hijitos.
- Es asimétrico o tiene diferente forma de los demás.
- Tiene más de dos colores.
- Cuando dentro del lunar aparecen otras estructuras como puntitos, globos, islas, olas o ruedas.
Ese volante será entregado a la población el 20 de febrero de 2019, cuando los investigadores acudan a las parroquias estudiadas.
Otra de las recomendaciones que brinda Santiago es que, cada persona debe educarse y entender los signos de alerta que su piel le da sobre su exposición al sol. “Tener la espalda roja y con dolor es una experiencia que no se debe repetir, pero, también es necesario considerar por ejemplo que, quienes son más morenos no deben usar protector solar sin necesidad”. (DB)
