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Estudiante de Enfermería de la UDLA cumple aislamiento voluntario en un asilo en Quito

El mundo no será el mismo después de la emergencia sanitaria por COVID-19 y eso lo tiene claro Gabriel Astudillo, estudiante de Enfermería, quien está como voluntario permanente en el Hogar del Adulto Mayor Betania en el norte de Quito.

Antes del inicio de la cuarentena en Quito, el pasado 17 de marzo, por la pandemia por Coronavirus, Gabriel cumplía como residente en el asilo con turnos rotativos y descansaba dos días a la semana.

Pero cuando se ordenó el aislamiento obligatorio, Gabriel decidió junto a Miguel Terán y Steven Rivera, colegas en el Hogar del Adulto Mayor Betania, quedarse como únicos enfermeros al cuidado de los adultos mayores, mientras dure esta emergencia. Y así cumplir con una labor que lo hacían seis personas.

Ahora, cuando van más de 40 días de encierro, Gabriel extraña a su familia, su entorno social, universitario y a sus amigos, ya que considera que le faltó disfrutar de muchos momentos junto a ellos y es lo primero que hará apenas se termine el riesgo de contagio.

“Mentiría si digo que no extraño a mi familia y amigos, pero soy feliz y me llena mucho escuchar un Dios le pague de los abuelitos que cuido. Eso no tiene precio”, comentó Gabriel.

Para él no ha sido un sacrificio cumplir con su trabajo, ya que decidió formarse como enfermero en la UDLA porque le gusta ayudar a los demás y está enamorado de su profesión. Considera que como enfermero puede brindar ayuda desde lo profesional, lo psicológico y lo espiritual.

Gabriel viene de una familia que se ha formado en las ciencias de la salud. Su madre es enfermera en un hospital geriátrico en Quito, su padre trabaja en el ECU- 911 y su hermana estudia Medicina en Buenos Aires- Argentina.

Gabriel y sus amigos decidieron quedarse en el asilo permanentemente hasta que esta emergencia termine y evitar que gente entre y salga de la casa hogar. Ellos consideran que fue la mejor  medida porque así evitan que los adultos mayores se contagien.

Aunque esto implica que tengan que doblegar o triplicar esfuerzos porque  la falta de visitas de familiares y de personas que llegaban antes de la pandemia, hoy,  se siente aún más.

Su labor diaria consiste en: control de dientes, medicación, actividad física y emocional, motricidad, fisioterapia, baño al paciente, asepsia, colostomía, control de pesos, entre otros.

Pero los tres debieron volverse más creativos para cuidar de sus abuelitos como ellos los llaman, pues saben que deben cuidar ahora no solo de su salud física sino también mental y emocional.

Por eso durante la emergencia han implementado charlas psicológicas en las que abordan temas de salud mental, conversaciones personales para evitar depresión y  juegos como: adivinanzas, bingo, a contar cuentos, cartas, 40 y se disfrazan para hacer obras de teatro.

A estas labores, Gabriel tiene que añadirle las clases on line que está recibiendo los lunes y martes en la mañana, por lo que sus amigos le brindan su apoyo. Luego de sus tareas diarias, de las que terminan agotados, pero felices, los tres se comunican con sus familiares.

“En la noche, en las rondas aprovechamos para hablar con nuestras familias, amigos y novias por chat o videollamadas”, contó Gabriel.

Gabriel quiere graduarse como enfermero en la UDLA pronto y contagió a Miguel y Steven a que hagan lo mismo, ya que ellos son técnicos en enfermería, pero  tenían todo listo para ingresar a la UDLA antes de la pandemia, incluso ya cuentan con los uniformes, pero todo se complicó y esperan poder ingresar en septiembre.

Los tres están agotados y felices por la labor que cumplen con sus abuelitos, por lo que quieren  dejar a todos a salvo y reunirlos con sus familiares al término de esta emergencia. Para ellos también salir tranquilos y poder vivir intensamente más momento con sus familias y alcanzar sus sueños. (OP)