Por Andrés Navas – Director Maestría en Inteligencia de Negocios y Ciencia de Datos de la Escuela de Negocios UDLA
Para muchas personas, la creatividad y la ciencia de datos pueden parecer dominios completamente separados. Después de todo, ¿de qué sirve pensar creativamente cuando se trata de números, variables, algoritmos y herramientas tecnológicas? Sin embargo, muchas de las empresas más innovadoras, exitosas y con visión de futuro combinan la toma de decisiones basada en datos con la creatividad humana. Esto los mantiene relevantes y competitivos en el mercado.
La ciencia de datos no se trata solo de introducir datos en una máquina o software estadístico con parámetros y reglas preestablecidas para obtener una solución deseada y rápida. Requiere saber qué técnicas y procesos utilizar y cómo aplicarlos, lo que también depende de muchos factores que son específicos a distintas necesidades empresariales. La creatividad en la ciencia de datos influye en varias instancias, desde identificar oportunidades de negocios, diseñar modelos y algoritmos, pensar en formas originales para recopilar datos, utilizar nuevas herramientas, visualizar información y asimilar resultados en nuevos conocimientos de interés organizacional.
Podría ser peligroso subestimar el papel crucial de la creatividad en la ciencia de datos. Sin duda, un científico de datos requiere una base de habilidades técnicas, pero es la creatividad – como una característica inherente del comportamiento humano – la que permite transformar conjuntos inertes de datos en valor real, nuevos conocimientos y estrategias innovadoras. Es por ello que muchos expertos o literarios del campo abiertamente definen a la ciencia de datos como un arte, porque responde a un flujo creativo y dinámico para explorar alternativas que podrían ser útiles para resolver problemas complejos.
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