Por Fernando Del Vecchio, Ph.D. – Director del MBA en la Escuela de Negocios de la UDLA

Además de saber diagnosticar y responder a problemas organizacionales, es necesario saber cómo se generan (o cómo generar) esos problemas. Por ejemplo, hay personas que, con el propósito de ascender en la jerarquía (y/o conservar sus espacios de poder), corroen la estructura emocional de la organización en la que trabajan.

¿Cómo lo hacen? Dinamitando la confianza y el respeto mutuo de la gente que trabaja en ella.

¿Cuál es la herramienta que utilizan? La principal es el chisme.

¿Cómo lo logran? Con la ayuda de los que entran en el juego. Habitualmente, todos sin excepción. Muy poca gente es inmune al chisme.

Como las organizaciones funcionan a partir de la gente y de las relaciones entre ellas, este juego es un arma de doble filo. Todo podría desmoronarse como un castillo de cartas arrastrando también a sus creadores en la caída. Pero también es posible que cuando todo haga implosión, ellos se encuentren en otra posición, en otra compañía.

Hay que estar atentos para identificar a esas personas y no entrar en su juego. No se trata de no seguir su juego, sino de no entrar en él. De esa manera, mantenemos la cordura emocional en el trabajo.

Lamentablemente no es tan fácil no jugar ese juego, porque dejar de lado el chisme implica un esfuerzo que muchos no pueden o no desean evitar.

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