Por Fernando Del Vecchio, Ph.D. – Director del MBA en la Escuela de Negocios UDLA.

La ley de Parkinson dice que una tarea lleva el tiempo que hayas planificado. Si proyectas terminar tu trabajo en dos semanas, llevará dos semanas; si proyectas dos días, llevará dos días.

Al practicar el arte de la postergación, una tarea nos llevará mucho más tiempo del planificado. En lugar de ocuparnos de lo que debemos hacer, decidiremos en qué momento podríamos querer hacerlo. Para un emprendedor, ese comportamiento es fatal.

Planificar con precisión las actividades postergadas no me convierte en un profesional de la planificación. Porque la habilidad del planificador no se encuentra en el manejo de la agenda, sino en los resultados que obtiene como producto de la planificación: que las tareas se realicen en tiempo y forma.

Una actividad que puedo postergar una y otra vez es una actividad que no vale la pena. Siempre hay excusas válidas para postergar. Pero esas excusas casi nunca justifican nuestro comportamiento.

Desarrollar el arte de la planificación mientras perfeccionas tu conducta procrastinadora, no te convierte en un profesional efectivo.

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