Por Ana Belén Tulcanaza Prieto, Ph.D. – Docente-investigadora de la Escuela de Negocios UDLA

Desde temprana edad nos han inculcado distintas reglas de oro para fomentar el ahorro y evitar colapsar financieramente en periodos malos o de “vacas flacas”. Al transcurrir el tiempo, muchas de esas directrices se pierden por falta de disciplina o por la ausencia de metas relacionadas con el uso y funcionalidad de nuestro capital.

Es difícil establecer un porcentaje específico del salario destinado al ahorro, pues depende del tipo de empleo, monto de ingreso, circunstancias económicas y del objetivo de ahorro de cada persona.

Sin embargo, lo que se recomienda realizar es un presupuesto personal o familiar considerando al ahorro como un “gasto fijo”, con lo que siempre se destinará un monto de dinero en este rubro. Además, se aconseja definir un objetivo de ahorro, pues con una clara motivación el ahorro será más enriquecedor.

El monto de ahorro no debe ser tan alto (irreal) ni tan bajo (subestimado). Algunos expertos recomiendan, sin ser una regla, al menos destinar el 10% de los ingresos al ahorro. También se aconseja que el pago de la deuda mensual no supere al 10% de los ingresos, caso contrario, se trataría de sobreendeudamiento, con lo que la estabilidad de las finanzas personales y familiares estaría en riesgo.

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