“Estudiar una maestría fue una de las decisiones más importantes que tomé en mi vida”, es la premisa que Guillermo Campoverde, graduado de la Maestría en Administración de Empresas de la UDLA, expone al hablar de Kuyani, emprendimiento que surgió en las aulas de clase. Y es que el networking, así como la guía impartida por compañeros y catedráticos, impulsaron el desarrollo de una idea de negocio que, en la actualidad, constituye una compañía de rosas que incursionará en mercados internacionales.

Al respecto conversamos con Guillermo, socio – fundador de Kuyani, sobre su historia de éxito y cómo esta se consolidó a través de pasión, innovación y emprendimiento. 

¿Cómo surgió la idea de Kuyani?

He sido un emprendedor durante toda mi vida. Por ello, cuando decidí realizar una maestría, mi objetivo consistió en desarrollar una idea de negocio. Y gracias al networking del programa, conocí a personas con diversos perfiles: desde directivos y empresarios, hasta emprendedores que buscaban constituir una empresa. En ese sentido, fue fácil establecer una sinergia cuando una compañera me contó su intención de incurrir en el mercado de rosas.

¿De qué manera aportó la universidad al desarrollo de la empresa?

Una vez establecidos los 3 socios -Guillermo y dos compañeras de la maestría- empezamos a trabajar con Kuyani. Y en la medida que el proyecto se creó en un aula de clase, nos permitió ampliar las perspectivas. Por ejemplo, preguntar a los profesores sobre problemas reales, dio el impulso necesario para continuar con el negocio. En ese aspecto, siempre tuvimos un adecuado seguimiento teórico – práctico.

¿Cuál es principal factor para iniciar un emprendimiento?

Actitud; sin ella, se puede caer hasta la más brillante idea. Además, nosotros tuvimos la suerte de tener la guía de compañeros y docentes. En ese aspecto, siempre tuvimos claro el camino que debíamos seguir. Habitualmente, caminar solo representa el principal limitante que sufren los emprendedores. La posibilidad de compartir y comentar el business plan, brindó mucha experiencia.

¿Qué aporte significativo hicieron los docentes al desarrollo de Kuyani?

Inicialmente, teníamos la intención de enfocarnos únicamente en mercados internacionales: China, Suiza, Brasil… así son las ideas cuando inicia un emprendimiento. Sin embargo, cuando le comentamos de nuestro proyecto a un docente, este nos aconsejó mantener la calma; que era una muy buena idea, sí, pero que debíamos estructurarla paso a paso.

De esa manera, nos recomendó realizar un plan piloto en Ecuador. Y una vez que completemos la cadena de valor – y evaluado el producto – nos motivó a lanzar la empresa. En estos días, estamos próximos a exportar. Sin duda, la visión del catedrático nos brindó una aproximación integral respecto a cómo se desarrolla una idea de negocio.

¿Qué destacarías del MBA de la UDLA?

Es un programa competitivo en el que encuentras personas de alto nivel que, desde su experiencia, fortalecen el diálogo y debate. En esa línea, hay un aprendizaje integral, ya que cada integrante aporta con una arista diferente. Seguir una maestría es una decisión compleja. Y aunque los emprendedores tienen muchas ideas, el hecho de estudiar un MBA amplía el horizonte; es decir, permite descubrir opciones que no siempre son contempladas. Por citar un caso, yo nunca imagine incursionar en el marcado de rosas.

Kuyani no es el único proyecto que se desarrolló durante la maestría. Muchos de mis compañeros, que también son emprendedores, han establecido empresas con un enfoque distinto al que consideraban antes.

¿Cuál es tu siguiente paso?

Kuyani tiene 3 años en el mercado y pensamos exportar en el corto plazo. El haber estudiado una maestría en la UDLA significó la apertura de una puerta gigantesca. De hecho, varias han sido los espacios para relatar mi historia de éxito, dentro y fuera de la universidad.