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Cigarrillos mortales

Hace unas semanas, 139 investigadores de la nicotina aseguraron, en un nuevo comunicado enviado a la Organización Mundial de la Salud (OMS), que tanto el tabaco natural como los cigarrillos electrónicos perjudican la salud humana y son causantes de cánceres, problemas pulmonares y cardíacos crónicos. La nota llama la atención pues clara y firmemente indica que los cigarrillos electrónicos constituyen un buen negocio y que no existe suficiente evidencia científica para decir que no hacen daño.

Los estudiosos de la nicotina afirmaron que los fabricantes de cigarrillos electrónicos han escondido el efecto real de los componentes de su producto y que, muy contrario a sus planteamientos, estos productos son dañinos. Instan a las autoridades de salud a realizar investigaciones y publicaciones científicas que comparen el efecto del humo de los electrónicos frente al tabaco real y en los no fumadores, y a que regulen su uso.

Los pocos estudios existentes hacen referencia a que el humo del cigarrillo electrónico contiene nicotina, propilenglicol, nitrosaminas específicas del tabaco, compuestos volátiles orgánicos, benceno, níquel y plomo; por lo tanto tiene el mismo efecto dañino en la salud que el del tabaco normal.

Los firmantes de la carta a la OMS, instan a este organismo a que promueva campañas más restrictivas sobre el uso de tabacos electrónicos. Está probado que sus productos químicos son un riesgo real de enfermedad, al punto que países como Brasil, Austria y Turquía, los tienen prohibidos y Bélgica exige etiquetar los productos que contiene el cigarrillo electrónico y especificar los riesgos para la salud.

Según los expertos en salud, la evidencia clínica muestra que el 80% de fumadores electrónicos no pudo dejar de fumar aunque esa era su intensión, frente al 85% que logró dejarlo sin terapia sustitutiva de nicotina. Pese a esto, la sociedad enfrenta una campaña millonaria de mercadotecnia, de 466 marcas y 7.760 sabores, en aras de mantener el voraz negocio de los cigarrillos electrónicos, que terminan siendo igualmente tóxicos.

Estos pronunciamientos despiertan viejas rencillas sobre derechos entre fumadores y no fumadores. Lo cierto es que el humo de los cigarros electrónicos es un problema de salud pública. Al diseminarse entre los individuos que desean dejar de fumar sin lograrlo sino solo llegando a reemplazar un humo por otro aparentemente menos dañino, y al ser este cigarrillo utilizado incluso en lugares públicos, estaría comprometiéndose la salud de los expuestos activos y pasivos.

Autor: César Paz y Miño

Fuente: www.telegrafo.com.ec