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Anaconda Park, un retrato del poder

Un relato distópico que evidencia los excesos del poder, es la idea que resume a Anaconda Park, escrita por Jaime Marchán. La distorsión del ejercicio político, representado en el populismo y autoritarismo, junto a la pérdida de las libertades, comprenden el eje temático de una obra en la que convergen, magistralmente, la realidad y la ficción.

Según, Garri Kaspárov, excampeón mundial de ajedrez y actual defensor de los derechos humanos, el fenómeno populista afecta a 94 países del mundo que en su conjunto constituyen el 53% de la población. Este hecho motivó a Marchán a reflexionar sobre los abusos del poder, no desde su dimensión en democracia, sino a partir de la alteración que encarna en regímenes autoritarios. “En el mundo, se ha propagado como una peste, la ansiedad de ciertos políticos de controlarlo todo; de limitar a las instituciones”.

De ahí que Anaconda Park haya sido concebida como una metáfora de esta realidad que afecta a varias regiones. En la novela, un mounstro rodea a la comunidad, reduciendo su capacidad de acción: “la anaconda, por su poder de constricción, debilita lentamente a sus víctimas. Y esta acción se replica también en la política. Las sociedades muchas veces no se dan cuenta cómo, a partir de normativas, limitan sus derechos”, afirma Marchán.

La visión del poder

“Desde mi juventud he sentido rechazo por el poder, en cualquiera de sus manifestaciones -sea político, militar o económico -. La idea de imposición de una voluntad ajena, siempre me ha generado incomodidad y aversión”, comenta Marchán, quien siempre se ha preocupado por las formas de expresión del establishment y su relación con las personas.

Si bien es consciente de que el poder es un mal necesario, debido a que está ligado de manera intrínseca a las formas de interacción humana, su planteamiento pasa porque su ejercicio sea regulado por la ética y el derecho. “Los gobiernos deben ser democráticos, desempeñados por personas honestas que rijan su actuación en función de la autonomía. Dicha descripción de poder no trae problemas, su distorsión sí”.

Anaconda Park se aborda el abuso del poder; la omnipresencia de los gobernantes y su afán de controlarlo todo. Argumento que se aproxima a novelas como Nosotros de  Yevgueni Zamiatin, La granja de George Orwell, y Fahrenheit 451 de Ray Bradbury. Sin embargo, más allá de la descripción de una sociedad descompuesta, el mensaje del relato se centra en el empoderamiento que debe existir entre los individuos para resistir ante cualquier tipo de arbitrariedad.

A criterio de Mauricio Montalvo, decano de la Facultad Derecho y Ciencias Políticas , Anaconda Park evidencia la realidad política que se vive – y ha vivido -, Latinoamérica en los últimos años. “Es un relato que retrata a la sociedad y sus contradicciones; desde las ansias de libertad hasta la sumisión y obediencia respecto al Estado. Razón por la que Fabián Corral, editorialista de El Comercio, describe a esta obra como “un retrato que dice todo, pero al que también le falta todo por decir”

Para la Universidad de Las Américas, este tipo de encuentros, fortalecen la difusión de ideas y conocimiento, al tiempo que contribuyen al desarrollo de la cultura literaria del país.

Sobre Jaime Marchán:

Quito, 1947. Estudió Derecho en la Pontificia Universidad Católica de Quito y en George Washington University. Obtuvo su doctorado en 1972. Trabajó en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Ecuador y ha sido viceministro en dos periodos. Entre otras misiones internacionales de primer rango, ha sido embajador de Ecuador en Yugoslavia, Italia, Austria, Chile y Suiza. Presidente durante años del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas.

Entre sus obras, destacan Derecho internacional del espacio: teoría y política (1990), La otra vestidura (1991), Destino Estambul (1997, Itinerario de trenes (2000), Dacáveres: Relatos perversos (2004) y Volcán de niebla (2012). (NC)