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Rápidos y furiosos 7

Peleas, explosiones y carros que vuelan. La séptima entrega de pidos y furiosos (2015), dirigida por James Wan, cuenta con persecuciones absolutamente demenciales que llevan a un nuevo nivel las escenas de acción de la franquicia.

Estrenada el 3 de abril de 2015, la película recaudó 65 millones de dólares en el primer día y se perfila para ser una de las películas más taquilleras de la historia junto con Titanic (1997) y Avatar (2009) que recaudaron 2 788 y 2 187 millones respectivamente.

Su éxito se debe, en buena medida, al marketing generado por la muerte de Paul Walker, quien murió en un accidente automovilístico antes de terminar el rodaje. Ante este imprevisto, se hicieron ajustes al guion y se utilizó la técnica CGI o Computer-Generated Imaginery, que permite la generación de imágenes por computadora, utilizando viejas tomas de Paul y montando su personaje sobre dobles similares, en este caso, sus hermanos. El costo de la película, incluyendo el CGI, fue de 250 millones.

Rápidos y furiosos 7 nos trae una historia que mantiene la fórmula de la franquicia, pero esta vez procura dejar al personaje de Walker en una posición alejada del mundo de los automóviles y la reemplaza por su entorno familiar.

El director utiliza un lenguaje con muchísima acción; peleas, explosiones y hazañas exageradamente asombrosas que dan la impresión de ver a un nuevo grupo de superhéroes de aceite y llaves de tuerca al estilo de los Avengers, donde tenemos a Dwayne Johnson y a Vin Diesel realizando hazañas en algunos de los edificios más emblemáticos de Dubai. Todo esto acompañado de cientos de efectos especiales y un montaje muy dinámico que se enriquece entre el sonido de los motores, las explosiones y la música.

La película trae consigo un nuevo nivel para el género de acción. Además, es interesante imaginar la propuesta para una futura entrega, considerando que la franquicia ha confirmado ya su octava edición para abril de 2017.

José Andrade
Estudiante de la Escuela de Cine – UDLA